Más tarde esa noche, la encontré en línea: la Dra. Annabelle Rhodes, fundadora de una fundación médica para niños desfavorecidos. Se había dedicado a contribuir a la comunidad, como alguien lo hizo por ella.

Le escribí un correo electrónico, sin saber cómo agradecerle. Me respondió en minutos:
“No me debes las gracias. Me enseñaste lo que se siente ser amable. Solo te lo estoy transmitiendo”.
Al leer sus palabras, me di cuenta de que un pequeño acto de compasión a los doce años había dado un giro completo, con más gracia de la que jamás hubiera imaginado.
Nota: Esta historia es una obra de ficción inspirada en hechos reales. Los nombres, personajes y detalles han sido alterados. Cualquier parecido es pura coincidencia. El autor y la editorial declinan toda responsabilidad por la exactitud, la interpretación o la fiabilidad de las imágenes. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos.